Tradicionalmente se ha considerado que se retrata aquí a la amante semilegendaria de Rafael, que también se encuentra en el cuadro conocido como La Donna velata, conservado en Florencia en el Palazzo Pitti. La mujer fue identificada durante el siglo XIX con la fornarina (panadera) Margherita Luti, hija del panadero Francesco Luti da Siena.
Sin embargo, es probable que el verdadero sentido de la obra aún esté por aclarar. La mujer es representada con un sombrero de estilo oriental y los pechos desnudos. Hace el gesto de cubrir su pecho izquierdo, o volverlo con su mano, y está iluminada por una fuerte luz artificial que viene del exterior. Su brazo izquierdo tiene una estrecha banda que lleva la firma del artista, RAPHAEL URBINAS. Los historiadores del arte y eruditos debaten si la mano derecha sobre el pecho izquierdo revela un tumor de cáncer de mama detallado y disfrazado en una clásica pose de amor. La mirada, particularmente fija, de la joven, contribuye igualmente a la artificialidad de toda la composición.
Rafael murió soltero, pero estuvo prometido a María Bibbiena, una joven de buena familia, sobrina nada menos que de su amigo el poderoso e influyente cardenal Bernardo Divizio de Bibbiena, a la que continuamente, aunque sin negarse, daba largas para evitar el casamiento. De quien realmente estaba enamorado, sin embargo, era de Margherita Luti, una joven a quien apodaban la Fornarina, por ser hija de un panadero de Siena, que pudo tener su horno en el Trastevere o en la via del Governo Vecchio de Roma. Era por ella por quien suspiraba, y con quien compartía los placeres del amor, y quien se convertiría en la protagonista de alguna de sus pinturas más célebres.
A la dama de su corazón, como llama Vasari a la Fornarina sin nombrarla, la pintó en numerosas ocasiones, pero especialmente realizó Rafael dos retratos extraordinarios. El primero es el conocido como Donna velata. Rafael resume aquí su ideal de belleza, que reside no sólo en la perfección del cuerpo, sino también en todas aquellas otras virtudes que adornan a la persona como las buenas costumbres, el saber y el hablar, los ademanes, los gestos y otros muchos detalles que no cabe calificar más que de hermosas, como recogiera su amigo el escritor Baltasar de Castiglione en su célebre obra El cortesano. En este sentido, la obra es de una belleza intensa y muestra el amor y el cariño que a Rafael le inspira su joven amante.
Pero el retrato que ha hecho correr ríos de tinta sobre la relación de la pareja es el famoso desnudo de su amante. Pintado un año antes de la muerte del pintor guarda algunas similitudes con el anterior. El rostro de la joven presenta unos rasgos más afilados y maduros, pero la misma mirada profunda, limpia y decidida. Repite el mismo tratamiento cariñoso del rostro perfectamente ovalado, pintado con sutiles pinceladas ligeramente veladas y en un continuo juego de transparencias. El casto velo que cubría el cabello de la velata ha desaparecido para dejar paso ahora al famoso turbante, luego tantas veces repetido por otros pintores, bajo él un collar del que pende una joya muy similar a la de la velata, si no la misma. Ambas están formadas por una gran piedra central, un rubí de corte cuadrado, acompañado por otra más pequeña, quizá una esmeralda o un zafiro. Unidas a ellas, cuelga una perla.
Tampoco difiere en exceso la postura, con el mismo gesto de la mano derecha sobre el pecho, sosteniendo en este caso la tenue gasa con que cubre exiguamente su cuerpo. Difieren claro está en el tratamiento.
Este cuadro sin embargo es toda una declaración por parte de Rafael de la naturaleza de su relación con Margherita, y lo firma de una forma poco habitual, escribiendo su nombre sobre el brazalete que lleva en el brazo izquierdo, como si Rafael nos estuviera diciendo a quién pertenecía la hermosa joven.
El análisis iconográfico de la obra no hace más que alimentar este tipo de especulaciones. La restauración del cuadro ha permitido ver que originalmente el fondo estaba compuesto por un paisaje vaporoso, con sfumato, a la manera de los que hacía Leonardo da Vinci. Rafael decidió modificarlo y puso en su lugar unas plantas. Entre ellas se distinguen un membrillo y un mirto. El membrillo se consideraba un símbolo del amor carnal y era utilizado en el rito matrimonial como un buen augurio y también como símbolo de la fecundidad. El mirto, por su parte, se asociaba a Venus y era la planta del amor y el deseo.
Pero el elemento más novelesco de la pintura es el anillo nupcial que luce la Fornarina en el dedo anular de la mano izquierda, ajustado a la segunda falange, y que misteriosamente alguien borró, no sabemos por qué. En fin, no puede extrañarnos que haya quien afirme incluso que el pintor y la modelo se habían casado en secreto.
Ingres realizó varias versiones de este tema, con Rafael en la intimidad de su estudio y la Fornarina sentada en su regazo. Ingres sentía devoción por esta historia, y le rindió homenaje en diferentes cuadros.Aquí nos sitúa la acción en el interior del taller del pintor, bañado por la felicidad del amor.
El joven está sentado, contemplando en el lienzo el boceto que ha realizado para el retrato de su amante. A sus espaldas está, también inacabado, el cuadro con la Transfiguración. La Fornarina está sentada informalmente sobre las rodillas del pintor. Se gira para mirar sonriente al espectador, al tiempo que apoya cariñosamente su cabeza sobre la de él. El vestido está caído, pues se supone que ella ha estado posando y ahora descansa. Esto permite a Ingres dibujar una curva suavísima desde la nuca hasta media espalda, despreciando los hombros. Esto es una incorrección anatómica que el artista utiliza para realizar un diseño curvilíneo y muy hermoso. Los críticos de su época no supieron apreciar estos recursos y tacharon a Ingres de excéntrico.
Modelos famosas, pero desconocidas
En “Raffaello que por la primera vez desnuda la Fornarina”, de Cesare Mussini (1837). Esta es la obra que mejor resume la historia. Se trata de la recreación de un Raffaello en plena faena, dando indicaciones a su amante. “El gran genio del renacimiento, sensible al encanto femenino; la bella pueblerina, la modelo-amante, el atelier como alcoba”, comenta Stringa. La Fornanira encarna el modelo de mujer dulce, de curvas redondas, carne suave y puritana.
Con el tiempo las modelos de los pintores cambiaron su estatus. En el siglo XVII, los pintores pagaban poco dinero a prostitutas o mujeres harapientas para retratarlas desnudas en el estudio. En las escuelas de arte europeas, solo existía el desnudo masculino, por lo que algunos artistas se infiltraban en las casas de sexo y pagaban por horas para reproducir las más sensuales posiciones del cuerpo femenino.
A finales del siglo XVIII e inicios del XIX, las modelos entran en las academias de arte. “Gracias al nuevo rol de la modelo, en muchos casos ésta se convierte en protagonista junto con el pintor de la obra. Aparece la figura de la modelo profesional y entran en escena también madres, amigas o hermanas del artista”, manifiesta Stringa. Las señoras de la alta sociedad llaman a los pintores para hacerse retratar en su propio hábitat, con o sin ropa. Las prostitutas o mujeres de pocos recursos siguen siendo cotizadas. “No existen registros de cuánto dinero podría ganar una modelo, pero no era mucho”.
Tales eran sus jornadas en el lecho, que una noche de excesivo trajín sexual, Rafael cogió una fiebre altísima, agonizando durante más de una semana. Ningún médico se explicaba qué le había desencadenado tal padecimiento al artista, por lo que no le pudieron suministrar el remedio adecuado y éste, tal vez por temor al escándalo y descrédito, no confesó nada en absoluto sobre la causa de la fiebre que le estaba llevando a la tumba. Incluso, rechazó que la Fornarina –como su amistosa modelo- estuviera a su lado en sus últimos días. Sin embargo no fue olvidada en su testamento, asegurándose que recibiera una cuantiosa suma, que en realidad no disfrutó mucho, porque tras la muerte de su amante, Margherita Luti prefirió la vida austera, refugiándose en un convento en el que, al cabo de pocos años murió. Algunos entendidos argumentan que su deceso acaeció por un tumor en el seno que precisamente se capta en la famosa pintura.
Ingres no fue el único que fantaseó con estos amoríos de pintor y modelo. En sus años de viejo verde, Picasso realizó una serie de grabados eróticos sobre el tema del pintor y la modelo titulados Rafael y La Fornarina (pertenecientes a la Suite 347), con diferentes escenas en las que el pintor se revuelca con la modelo ante la mirada indiscreta de algún voyeur (que muchas veces es el Papa).
Giulio Pippi más conocido como Giulio Romano (Roma, h. 1499 - Mantua, 1 de noviembre de 1546) fue un pintor, arquitecto y decorador italiano del Siglo XVI, prominente alumno de Rafael, cuyas innovaciones en relación al clasicismo del alto Renacimiento ayudaron a definir el estilo definido como manierismo.
Esta pintura , que durante muchos años fue una de las más vistas y estudiadas de Giulio Romano ha recibido más atención que en tiempos recientes . En el siglo XVII se creyó que era Rafael , pero ahora se reconoce en general, quizá unánimamente , como obra de Giulio . Aunque esa autoria parece obvia, en ocasiones también se ha atribuido a Raffaellino del Colle , ayudante de Giulio en sus últimos años en Roma.
La Mujer ante el espejo parece típica de Giulio : el tipo físico, las carnaciones frías, la vista de tres cuartos de la figura, la apertura de la composición mediante el brazo derecho extendido , la gama cromática, la concentración en el detalle de la naturaleza muerta, la vista perfectamente enfocada del fondo, son todos elementos característicos de su trabajo , lo mismo que los largos dedos de la mujer y la forma de su cabeza , de evidente parentesco con La Fornarina .
En su juventud, como joven asistente en el estudio de Rafael, Giulio Romano trabajó en muchos frescos de las Loggias (galerías) vaticanas, diseñados por su maestro, y también en las Estancias de Rafael de los palacios papales, en un grupo de figuras para el fresco Incendio del Borgo.1 También colaboró en la pintura de los cielorrasos de la Villa Farnesina.
Tras la muerte de Rafael en 1520, Romano ayudó a completar los frescos sobre la vida de Constantino en el Vaticano, así como obras inconclusas de Rafael, entre ellas Coronación de la Virgen y Transfiguración. En la ciudad de Roma, decoró la Villa Madama para el cardenal Julio de Médicis, luego papa Clemente VII. Los frescos de Romano carecen de la majestuosidad y serena simplicidad de la obras de Rafael.
Algunos Homenajes...
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http://1ojodemelkart.blogspot.com.ar/2012/12/rafael-las-pasiones-de-un-genio.html
http://amantedeldelirio.blogspot.com.ar/2010/05/la-fornarina-la-bella-amante-de-rafael.html
http://art-magique.blogspot.com.ar/2012/06/giulio-romano.html
http://consentidoscomunes.blogspot.com.ar/2011/06/raffaello-sanzio-visto-por-la-fornarina.html
http://dobleseis.blogspot.com.ar/2013/08/retrato-de-una-joven-la-fornarina.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Model_%28art%29
http://es.wikipedia.org/wiki/Giulio_Romano
http://es.wikipedia.org/wiki/La_fornarina
http://lineaserpentinata.blogspot.com.ar/2009/12/morir-de-amor.html
http://masarteaun.blogspot.com.ar/2011/03/rafael-sanzio-la-fornarina-1518-19.html
http://neuronillaconcorazon.blogspot.com.ar/2013/06/la-fornarina.html
http://onlyartists.tumblr.com/tagged/Fornarina
http://pinturasepocas.blogspot.com.ar/2013/08/mujer-ante-el-espejo-giulio-romano_12.html
http://www.ankalesniak.pl/top_models2009.htm
http://www.harteconhache.com/2013/05/rafael-y-la-panadera.html
http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/obras/2624.htm
http://wvw.perfilcr.com/node/7277
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