CONSECUENCIAS DE VIETNAM EN UN NOTABLE FILM DE ALDRICH
El día que estalló el infierno (Twlight’s Last Gleaming, Das Ultimatum, EE.UU Alemania Federal. 1977)
El general Lawrence Dell
tras estar prisionero cinco años en Vietnam vuelve a su casa y se
pregunta por qué su gobierno llevó a cabo esta guerra. Se rebela, y
para sacárselo de encima el pentágono primero lo asciende a general y
luego cuando éste “se radicaliza aún más” –como dice uno de los
personajes- le tiende una trampa de la cual, y como resultado, Dell
queda condenado a treinta años de prisión.
Pero un día Dell se escapa de la cárcel (militar, claro está) con otro tres detenidos y con ellos consigue colarse nada menos que en una base de proyectiles nucleares (nueve, para ser exactos) con los cuales exige al presidente que de a conocer públicamente los motivos que llevaron a desencadenar la guerra.
Pero un día Dell se escapa de la cárcel (militar, claro está) con otro tres detenidos y con ellos consigue colarse nada menos que en una base de proyectiles nucleares (nueve, para ser exactos) con los cuales exige al presidente que de a conocer públicamente los motivos que llevaron a desencadenar la guerra.
“Demorado” su estreno local durante seis años, El día que estalló el infierno (Twlight’s Last Gleaming en el original, esto es: El último parpadeo del crepúsculo) de Robert Aldrich fue rodado en 1977. De allí que el film se inicia indicando que la acción se desarrolla en noviembre de 1981, o sea el “futuro” en las intenciones originales de su autor y no en “pasado” como ahora aparece al atribulado espectador argentino.
Cabe puntualizar de inmediato que El día que... es un film ejemplar, coronación de la obra barroca, desesperada y genial de Robert Aldrich. Como siempre en este autor sus protagonistas no se “comunican” en el sentido convencional sino que estallan, gritan, gimen, se retuercen y están a un punto límite, punto éste que es el único que le interesa a Aldrich.
Por otra parte este film magistral no es una denuncia a la moda, sino uno de los más notables estudios que se han hecho sobre las consecuencias vitales que la guerra de Vietnam tuvo para los Estados Unidos. Estrenado mientras Coppola comenzaba su Apocalypse Now es curioso observar cómo Dell es un “anticipo” (aunque por otros medios) del Kurtz coppoliano. Los iguala una misma moralidad extrema, los diferencia una básica dirección espiritual. Dell es un idealista que aún confía en el liberalismo, mientras que Kurtz es un moralista que impone sus propias normas éticas o, en otros términos, Kurtz se ha ido “más allá” para reencontrar el Orden, mientras que Dell ha vuelto “más acá” (ha vuelto a casa) y por lo tanto sólo intenta seguir apostando a un orden, el único que conoce: el liberalismo constitucional norteamericano.
Formalmente Aldrich utiliza el método de la Split Screem (pantalla seccionada que puede mostrar dos o más planos simultáneos de la acción) hasta agotar el recurso. Conversaciones telefónicas, operaciones secretas, reuniones formales, son establecidas con una lógica (lógica cinematográfica) impecable que consigue enlazar básicamente tres lugares. La estación de misiles, la casa blanca, y el despacho del militar enemigo de Lawrence Dell que planea su muerte. Tres lugares y tres actores: Burt Lancaster, Charles Durning y Richard Widmark (a éste su papel de militar “halcón” ya le sale de taquito) que se sacan ya no chispas sino estelas atómicas entre sí, rodeados de una galería de personajes de esos que sólo Aldrich puede conseguir.
Hay que remarcar que éste autor luego de Ford y Hawks es el mayor director de intérpretes masculinos que ha dado el cine (recordar, “Bésame mortalmente”, “El vuelo del Fénix o “Golpe bajo”, por ejemplo) y que escenas como el enfrentamiento –telefónico- entre Durning y Lancaster o entre éste y Jaeckel o la explosión final de Durning frente a su estado mayor, son ejemplos perfectos de cómo dirigir en planos cercanos a los actores ¡Y qué actores! Están además: Joseph Cotten, Melvyn Douglas, Roscoe Lee Brown, Leif Erickson, Paul Winfield, Burt Young, Gerald S. O’Loughlin, William Marshall, Charles McGraw. Actuaciones para paladear una y otra vez, llenas de matices, estallidos, silencios súbitos, en fin, el cine todo.
La Voz, 18 de junio de 1983.
Permitida su reproducción total o parcial exclusivamente citando la fuente.
Por distintos motivos, esta se ha
convertido en una suerte de película “maldita” dentro de la filmografía
de Robert Aldrich. Con producción alemana y una duración original de 146
minutos, sufrió demoras para su estreno tanto en los Estados Unidos
como en Europa. En nuestro país se estrenó en 1981 con una duración de
118 minutos, la misma que recorrió Europa, aunque en Francia redoblaron
la apuesta y se exhibió con apenas 91 minutos y las razones de estas
mutilaciones deben buscarse más en su corrosividad política que en su
duración. En la película, un general de la Fuerza Aérea norteamericana,
enviado a prisión por su cuestionamientos a sus superiores, escapa junto
con otros convictos y ocupa una base de misiles exigiendo una
compensación económica, el permiso a sus compañeros para salir del país
y, para su satisfacción personal, una declaración pública del presidente
en la que éste explique las verdaderas causas por las que su país
comenzó la guerra en Vietnam.
El film –en el que no existen personajes
femeninos- se desarrolla esencialmente en dos espacios: el lugar donde
están atrincherados los convictos –en el que se encuentran los misiles-
y el Capitolio, donde el presidente, sus ministros y asesores militares
deciden cual será la conducta a seguir. Aldrich opone estos dos
espacios a través de la tensión física de las escenas que transcurren en
el lugar donde están las armas, expuestas a través de un montaje más
rápido y crispado y la tensión “psicológica” que se suscita en la Casa
Blanca, desarrollada a través de planos más largos, con un notable uso
de los silencios. A eso debe sumarse un muy buen uso de la pantalla
dividida, aplicado en las escenas más tensas del relato. Alternando
momentos de gran suspenso con otros más intimistas y reflexivos, Aldrich
construye una obra de que tiene también una enorme potencia desde el
punto de vista político, en la que se vislumbra con claridad cual es el
auténtico poder en los Estados Unidos, ya señalado por el presidente
Eisenhower en 1961: el complejo militar industrial, capaz de crear una
guerra para su propio provecho. Una obra mayor y poco conocida del
director.
Jorge García / Copyleft 2014
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http://www.angelfaretta.com.ar/escritos_dispersos19.htm
http://www.sssm.com.ar/arlequin/last-gleaming.html
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